Lección 4: Creación de su orden interno

Lección 4: Creación de su orden interno[1]

Introducción:

El objetivo de esta lección de coaching de autoayuda es ayudarle/a a reflexionar sobre diferentes elementos de su vida, y a crear un «orden interno» de las cosas. Para ello, le invitamos a trabajar con la ayuda de un popular cuento de hadas «Madre Nieve», y a seguir los pasos de la simpática hijastra para alcanzar el objetivo de conseguir un «baño de oro» de Madre Nieve. Trabajar en nosotras mismas a través de un cuento es una tarea apasionante, pero no es nada sencilla. En un cuento de hadas, el orden se restablece al final, el héroe o la heroína del cuento emprende un viaje general y pasa a una siguiente etapa de autodesarrollo.

Esta es también nuestra tarea: interpretar los giros y «códigos» del cuento de hadas para nuestra propia vida, encontrar los pasos que nos ayudarán a convertirnos en una hija de oro en lugar de una sucia.

Antes de empezar a trabajar, asegúrese de:

  • tener tiempo suficiente: al menos 45-50 minutos sin interrupciones.
  • tener espacio suficiente y seguro para trabajar sin interrupciones ni ser molestada en su proceso.
  • puede utilizar esta herramienta sola o, si tiene una persona de confianza, también puede invitar a otras a hacerlo con usted.

Objetivos:

Ayudarle a reflexionar sobre diferentes ámbitos de su vida.

Activar el cuidado interno de sí misma.

Tiempo necesario:

al menos 45 minutos, dependiendo del ritmo y las necesidades personales.

Pueden descargar los ejercicios de esta lección AQUÍ

Ejercicio 1: Preparación para trabajar con un cuento de hadas – preparar el escenario

Cuando trabaje con un cuento de hadas, le invitamos a que prepare un espacio agradable para trabajar. Ponga música agradable, encienda una vela, prepárese un té. Se va a adentrar en el cuento, así que es bueno que prepare una atmósfera de cuento a su alrededor.

También le animamos a que prepare todas las herramientas que necesitará para trabajar con las cuestiones que se planteen más adelante. Necesitará papel y bolígrafo, y podrá utilizar lápices de colores, rotuladores, etc.

Por favor, lea todos los pasos para saber cómo proceder en las siguientes etapas.

Ejercicio 2: Preparación para trabajar con un cuento de hadas – lectura del cuento

¿Qué puede aprender del cuento?

Cuando empecemos a trabajar en nosotras mismas a través del cuento de la Madre Nieve, primero escuchemos o leamos la historia, luego sentémonos, cerremos los ojos y dejémonos llevar por el ambiente del cuento… y respondamos a algunas preguntas. Lea las preguntas antes y reflexione sobre ellas después de leer el cuento.

¡Piense en ello!

  • ¿Encuentra un color en el cuento?
  • ¿Encuentra un olor en el cuento?
  • ¿Dónde se encuentra usted en el cuento? ¿Quién le acompaña? ¿Cuál es su tarea en ese lugar?

Escriba sus respuestas. ¿En qué medida su tarea allí se relaciona con lo que necesita hacer en su vida? Piense de manera metafórica.

Madre Nieve[2]

Érase una vez una viuda que tenía dos hijas; una de ellas era guapa y trabajadora, la otra fea y perezosa. Sin embargo, la madre quería más a la fea y perezosa porque era hija suya y, a la otra, que no era más que su hijastra, la obligaba a hacer todo el trabajo de la casa y era la Cenicienta de la familia. Su madrastra la mandaba todos los días a sentarse junto al pozo, en el camino alto, y allí hilaba hasta que le sangraban los dedos. Sucedió un día que cayó un poco de sangre en el huso, y cuando la muchacha se detuvo junto al pozo para lavársela, el huso se le resbaló de repente de la mano y cayó al pozo. Corrió a casa llorando para contar su desgracia, pero su madrastra le habló con dureza y, después de reñirla violentamente, le dijo sin amabilidad:

―Ya que has dejado caer el huso al pozo, puedes ir tú misma a sacarlo.

La muchacha volvió al pozo sin saber qué hacer, y al fin, angustiada, saltó al agua tras el huso.  No recordó nada más hasta que despertó y se encontró en un hermoso prado, lleno de sol y flores que crecían en todas direcciones. Caminó por el prado, y al poco rato se encontró un horno lleno de pan, y los panes le gritaron:

―Sácanos, sácanos o, ¡ay!, nos vamos a convertir en cenizas. Hace tiempo que estamos cocidos.

Tomó la pala y los sacó a todos.

Avanzó un poco más, hasta que llegó a un árbol lleno de manzanas.

―Sacúdeme, sacúdeme, te lo ruego -gritó el árbol-, mis manzanas, todas y cada una están maduras.

Entonces sacudió el árbol y las manzanas cayeron sobre ella como lluvia, pero siguió sacudiéndolo hasta que no quedó ni una sola. Entonces recogió cuidadosamente las manzanas en un montón y siguió caminando.

Luego recogió cuidadosamente las manzanas en un montón y siguió caminando.

Lo siguiente a lo que llegó fue a una casita, y allí vio a una anciana asomada, con unos dientes tan grandes que se asustó y se dio la vuelta para salir corriendo. No obstante, la anciana le dijo: ―¿De qué tienes miedo, hija? Quédate conmigo; si me haces bien el trabajo de mi casa, te haré muy feliz. Pero debes tener mucho cuidado de hacerme bien la cama, pues quiero que la sacudas siempre a fondo para que vuelen las plumas. Entonces dirán, allá abajo en el mundo, que está nevando; pues yo soy la Madre Nieve.

La anciana habló tan amablemente que la muchacha se armó de valor y aceptó entrar a su servicio.

Cuidaba de hacerlo todo según las órdenes de la mujer mayor, y cada vez que hacía la cama la sacudía con todas sus fuerzas, de modo que las plumas volaban de un lado a otro como copos de nieve. La vieja era fiel a su palabra: nunca le hablaba mal y todos los días le daba carne asada y hervida.

Así que se quedó con la Madre Nieve durante algún tiempo, pero llegó un momento en el que empezó a sentirse desdichada. Al principio no sabía por qué se sentía triste, pero al final sintió un gran deseo de volver a casa. Entonces supo que añoraba su hogar, aunque estaba mil veces mejor con la Madre Nieve que con su madre y su hermana. Después de un tiempo, fue a ver a la Madre Nieve y le dijo:

―Echo tanto de menos mi casa que no puedo quedarme más tiempo con usted porque, aunque soy muy feliz aquí, tengo que volver con los míos.

―Me alegro de que quieras volver con los tuyos, y como me has servido tan bien y con tanta fidelidad, yo misma te llevaré a casa… -le dijo la Madre Nieve.

Entonces llevó a la muchacha de la mano hasta una amplia puerta. La puerta se abrió y, al atravesarla, cayó sobre la muchacha una lluvia de oro que se adhirió a ella hasta cubrirla de pies a cabeza.

―Es una recompensa por tu trabajo -dijo la Madre Nieve, y mientras hablaba le entregó el huso que había arrojado al pozo. La puerta se cerró y la muchacha se encontró de nuevo en el viejo mundo, cerca de la casa de su madre.

Cuando entró en el patio, el gallo que estaba encaramado al pozo la llamó:

―¡Kikiriki! Tu hija de oro ha vuelto a ti.

Luego entró donde estaban su madre y su hermana, y como estaba tan cubierta de oro, le dieron una calurosa bienvenida. Les contó todo lo que le había sucedido, y cuando la madre se enteró de cómo había conseguido sus grandes riquezas, pensó que le gustaría que su hija fea y perezosa fuera a probar fortuna. La muchacha se pinchó en un dedo y metió la mano en un espino para manchar de sangre el huso; luego lo arrojó al pozo y se metió en él.

Al igual que su hermana, se despertó en el prado y lo recorrió hasta llegar al horno. ―Sácanos, sácanos o, ¡ay!, nos vamos a convertir en cenizas. Hace tiempo que estamos cocidos -gritaron los panes como antes. Pero la perezosa respondió:

―¿Creéis que voy a ensuciarme las manos por vosotros?

Llegó al manzano.

―Sacúdeme, sacúdeme, te lo ruego, mis manzanas, todas y cada una están maduras -gritó el manzano. Pero ella se limitó a responder:

―Qué bonito me lo pides; una de las manzanas podría caerme en la cabeza -y siguió caminando.

Por fin llegó a casa de la Madre Nieve, y como había oído hablar de los dientes grandes a su hermana, no les tuvo miedo y se comprometió sin demora con la anciana. El primer día fue muy obediente y trabajadora, y se esforzó por complacer a la Madre Nieve, pues pensaba en el oro que recibiría a cambio. Al día siguiente, sin embargo, empezó a holgazanear con su trabajo, y al tercero se mostró aún más ociosa. Luego empezó a quedarse en la cama por las mañanas y se negaba a levantarse. Y lo que es peor, no tendía bien la cama de la anciana y se olvidaba de sacudirla para que las plumas volaran. La Madre Nieve se cansó pronto de ella y le dijo que podía irse. La perezosa se alegró mucho y pensó: «El oro pronto será mío…».

La Madre Nieve la condujo, como había hecho con su hermana, hasta el ancho portal, pero al atravesarlo, en vez de la lluvia de oro, le cayó encima un gran cubo de brea.

―Esto es a cambio de tus servicios -dijo la vieja, y cerró la puerta. Así que la perezosa tuvo que volver a casa cubierta de brea, y el gallo del pozo gritó al verla:

 ―¡Kikiriki! Tu sucia hija ha vuelto a ti.

Sin embargo, por más que lo intentó, no pudo quitarse la brea y se le quedó pegada mientras vivió.

 

[2] Esta historia ha sido extraída de The Red Fairy Book, de Andrew Lang

 

Ejercicio 3: Crear un orden interior – trabajar con el cuento de hadas

Paso 1: La sangre en el huso

La heroína de esta historia es la hermosa hijastra, que es trabajadora y simpática. Sin embargo, es ella la que se corta los dedos con el huso, de modo que ésta se llena de sangre. El huso, que es una herramienta para hacer hilo, puede entenderse aquí como el «hilo de la vida».

La chica está trabajando duro, pero incluso así su duro trabajo no es apreciado. Está dolida, sufre y no tiene esperanza, además está cansada.

¿Ha sentido alguna vez en su vida la misma sensación? ¿Lo siente también ahora? Piense en ello. ¿Cuáles son esas cosas que «le hacen cortes en los dedos», que «le hacen sangrar»?

También se puede sentar y empezar a escribir todo lo que le venga a la cabeza. Puede empezar a escribir con estas ideas:

«Lo que me hace sentir que sangro es…»

«Estoy cansada de…»

«Me siento agotada porque…»

Después de escribir, tómese su tiempo. Cierre los ojos e imagine cómo sería despertarse en un bonito prado de primavera o verano. Intente sentir la brisa del viento, los olores, imagine los colores.

Puede pasar aquí todo el tiempo que pueda.

Paso 2: Los panes y el horno

Desde el prado, la chica se dirige al horno del panadero, que está lleno de pan.

El pan puede entenderse como el principal recurso de las personas. Piense en ello.

¿Qué tipo de recursos, objetos, herramientas tiene en su vida? ¿Qué posee? ¿Qué utiliza? Puede pensar en cosas materiales (equipos, libros, ropa, instrumentos, etc.) u otras cosas que considere importantes (aficiones, planes, ideas, etc.):

  1. Hay algunos panes que ya están demasiado cocidos. ¿Cuáles son los elementos de su lista que ya no le resultan útiles? Tal vez lo fueron en su momento, pero ahora sólo ocupan su espacio y su tiempo. Puede deshacerse de ellos. Piénselo bien.
  2. Hay algunos panes que aún no están listos, que todavía necesitan un poco de tiempo. ¿Cuáles son los elementos de su lista que aún no han alcanzado todo su potencial? ¿Cuáles le gustaría seguir desarrollando? ¿Cómo?
  3. Y hay panes que son simplemente perfectos. ¿Cuáles son los recursos materiales e inmateriales que puedes aprovechar?

Dedíquese tiempo suficiente. Puede imprimir la página para colorear que encontrará al final de la lección y reflexionar sobre las preguntas mientras colorea.

Paso 3: Recogida de manzanas

El siguiente paso en el camino de la chica es la recogida de las manzanas. Pensemos ahora en las manzanas como relaciones.

Piense en el tipo de relaciones que mantiene con otras personas. Haga una lista de las 5-15 personas más importantes y que más influyen en su vida.

A continuación, clasifíquelas en tres categorías:

  1. Hay relaciones que están podridas. Han dejado de ser buenas y enriquecedoras, pero al mismo tiempo están destruyendo otras relaciones. ¿Cuál considera que pertenece a esta categoría? ¿Hasta qué punto es posible separarlas o dividirlas?
  2. Hay relaciones que están bien como están. También es un placer y es gratificante pensar en ellas, le llenan de alegría. Póngala en la segunda categoría y piense en ellas como recursos cuando las necesite.
  3. Hay relaciones que aún no han alcanzado la madurez. Debe procurar que reciban «sol» para que maduren. ¿Cuáles son estas relaciones? ¿Cómo las alimenta para que se vuelvan buenas y satisfactorias?

Concédase tiempo suficiente. Puede imprimir la página para colorear que aparece al final de la lección y reflexionar sobre las preguntas mientras colorea.

Paso 4: Sacudir las plumas

El último lugar al que llega la buena chica es la casa de la Madre Nieve. Aún le queda trabajo por hacer: sacudir la almohada hasta que las plumas salgan volando, provocando la alegría de la gente.

Piense en ello.

  1. ¿Qué está haciendo usted para que los demás se sientan felices? ¿Cómo agita las almohadas de la Madre Nieve?
  2. ¿Qué está haciendo para hacerse feliz a sí misma? ¿Qué plumas necesita de la almohada de la Madre Nieve?

También pueden escribir esto

«Para sacudir las cosas a mi alrededor y contagiar alegría necesito…».

«Para sacudirme y contagiar alegría necesito…».

Concédase tiempo suficiente. Puede imprimir la página para colorear que aparece al final de la lección y pensar en las preguntas mientras colorea.

Ejercicio 4: Salir del cuento rodeada de oro

Si ha realizado todos los pasos, lo más probable es que ya se sienta mejor en su vida. Sin embargo, escribir los pasos necesarios (desarrollar nuevos recursos, relaciones, deshacerse de lo viejo y podrido) no es suficiente. Tendrá que cumplir sus promesas.

Por lo tanto, es posible que no llegue al final del cuento muy rápido. A veces pasan años antes de que pueda retomar realmente el control de su vida y establecer un nuevo orden.

La tarea consiste en formular los pasos para llegar hasta allí, y comprobar de vez en cuando que está avanzando en la dirección correcta.

Feedback y evaluación

Como resultado de esta lección, ¿cómo se siente?

El Huso

«Lo que me hace sentir que estoy sangrando es…»

«Estoy cansada de…»

«Me siento agotada porque…»

Los panes del horno

El montón de manzanas

Las plumas del cariño

[1] Todas las imágenes del texto han sido generadas por Midjourney, inc. la autora, Eva Virag Suhajda